jueves, 14 de agosto de 2014

El primer chicharrón....

En Venezuela usamos la frase "no hay que ser el primer chicharrón" en referencia a que ante una invitación, no tiene uno que ser el primero en llegar a la fiesta/reunión. Sin embargo, aprende uno que aquí, y sobre todo en las fiestas de los chamos, sí hay que ser "el primer chicharrón", ya que la tarjeta de invitación en 99% de los casos es muy clara: De: X hora,  A: X hora (vean que el A, lo resalto, ya que la fiesta termina a esa hora y no 15, 20 o 30 minutos después)

Se acostumbra uno a que ya desde los 5 años, sea lo más normal dejarlos en casa del amigo para que durante un par de horas disfrute de su fiesta; y luego volver a buscarlo, saludando desde la puerta de la casa y esperando que le acerquen a uno "su retoño".

Nada que ver con aquellos días en la Caracas de unos 30 años atrás, que recuerdo estaba yo "más chamito" y mi papá me llevaba a una fiesta en casa de un amigo... Como mi papá es poco hablador (léase sarcásticamente), si bien debía él solo dejarme y luego irme a buscar, al rato me enteraba que él había sido invitado a pasar (sin que conociera a nadie) y estaba instalado conversando y "campaneando" un whisky con el dueño de casa y los adultos de la familia del cumpleañero... jajaja. Allá, igualmente, la fiesta comienza a las 3pm, por ejemplo, y el final es luego de cantar el "cumpleaños felíz" y comer torta, que por lo general puede ser en cualquier momento ya caída la noche.... total, no hay apuro en que la fiesta termine

Aquí hay que ser puntual en la dejada y en la recogida del niño, y salvo casos muy contados, no espere ser invitado a entrar e instalarse a tomar un vinito o una cerveza, ya que en las fiestas infantiles no hay alcohol y son pocos los adultos presentes. Obviamente eso puede cambiar si hablamos de fiestas de amigos cercanos y en el caso de amigos y/o conocidos latinoamericanos inmigrantes igual que uno, donde por lo general es todo más relajado y esa "formalidad" en horarios y principio/fin de la fiesta es menos rigurosa; siempre puede haber lugar para un: pasen quédense, hay comida y bebida para todos, o entren que aún no cortamos la torta, etc....

Igual en el caso de inmigrantes, que aún cuando de culturas diferentes a la nuestra, siempre hay lugar para ser "más relajados". Recuerdo el año pasado, antes de mudarnos a Varennes, cuando buscaba yo a Diego a una fiesta de una compañerita de su guardería en ese momento. Al llegar, puntualmente a las 5pm a recogerlo, me abre la puerta una "viejita" muy amable y me dice: pase, pase... La familia de la cumpleañera son inmigrantes, no sabría decir de qué país, pero se que hablan árabe. Terminé volviendo a casa casi una hora después (ante el asombro de Eglee), con mi barriga muy llena de ricos platos y dulces de por esos lares, y luego de haber hablado un buen rato y conocer a toda la familia de los anfitriones (muy al estilo de lo que hacía mi papá en su época....) Folclórica la cosa pues, muy a lo latino.... mientras veía las caras de asombro de los quebequenses que llegaban a buscar a sus respectivos hijos y no entendían qué hacía ese gentío ahí....

Diferencias culturales....

miércoles, 6 de agosto de 2014

El football canadiense

Parte de adaptarse a la nueva cultura es aprender nuevos deportes, quizás no practicarlos, pero por lo menos conocerlos, como en el caso del hockey, el cual vemos y ya entendemos, pero no practico aún y es difícil hacerlo sino aprende uno a patinar primero..jajaja.

En Venezuela ya jugaba Santiago fútbol (soccer aquí) y baseball, y al llegar a Montréal seguía el soccer, el baseball y aprendía el patinaje sobre hielo. Lo cierto es que este año, una vez terminada la temporada de la liga de soccer, vimos la opción del  football canadiense (si, canadiense, no "americano"), con el cual pueden seguir haciendo deporte al aire libre hasta finales de Octubre.

Comienzan Santiago y Diego a practicar (.... y todos a aprender) un deporte del que poco sabíamos y que en Venezuela no es muy conocido. Esta es además una buena forma de integrarnos a nuestra nueva comunidad en Varennes, involucrándonos en este deporte que tiene bastantes seguidores entre los residentes de la zona.

En general, la idea y reglas son similares a las del football americano, pero difiere en algunos aspectos importantes que lo hacen, según  dicen, un poco más rápido. Lo que si puedo ahora entender, es que no se trata solo de un grupo de “tipos” dándose golpes por quitarse una pelota que parece un huevo… sino que al ver los entrenamientos de nuestros chamos, nos damos cuenta que realmente es un juego de equipo, donde cada quien tiene un rol muy claro; es una especie de coreografía. Muy interesante la cosa en cuanto a estrategia… Por supuesto que aquel que lleva el balón es el que todos los del equipo contrario quieren detener, así que quizás se lleve unos cuantos golpes más que los otros.

En este deporte no basta con tener "la estrella" que resuelva a último minuto, porque si no hay un verdadero juego "en equipo" es muy difícil ganar, son 12 jugadores en el terreno y uno solo poco puede hacer la diferencia.

En el caso de Santiago sí es de contacto, es decir, tumban al que lleva el balón; pero en la categoría de Diego juegan quitándose unas cintas amarillas en lugar de tumbando al que lleva el balón.





lunes, 4 de agosto de 2014

Visita a Fort Lennox

En días recientes pudimos disfrutar de un paseo veraniego muy entretenido y educativo. Aproximadamente a una hora saliendo por el Sur de Montreal en dirección a New York, se encuentra Fort Lennox.

Se trata de un fuerte inglés de principios del siglo XIX construido en una isla, estratégicamente ubicado para impedir invasiones por parte de los vecinos del Sur, quienes ya se habían independizado y querían avanzar hasta Canadá. La visita es muy educativa, en especial para los chamos en tercer y cuarto grado de primaria, ya que justo de eso están aprendiendo en la escuela, pero en general todos aprendimos bastante ese día. Nos muestran y recrean la vida en el fuerte durante esa época, hay jóvenes vestidos a la usanza y hay demostraciones de uniformes militares y de disparos de mosquetes. 

Sinceramente se imagina uno la vida en esa época (alrededor del año 1830) y ciertamente sólo estar ahí en los fríos y duros inviernos, debe haber sido todo un desafío. Para impedir que los soldados ingleses trataran de desertar, los llevaban ahí con su familia (esposa e hijos, si era el caso), algo poco acostumbrado en los Fuertes de esa época, por lo que obviamente era más complejo cualquier intento de escape.

El lugar de por si es muy lindo, al que para llegar hay que tomar un bote con unas excelentes vistas. La familia disfruta el paseo en todo momento. Es posible llevar comida y hacer un picnic.


Bien vale la pena la visita, y el costo de la entrada es "solidario". Aquí algunas fotos: