miércoles, 3 de agosto de 2011

Serie Historias de Vida: Otra manera de comenzar la vida como inmigrante!

La mayoría, al llegar como nuevo inmigrante a Canadá (…y en especial a Quebec), piensa dos cosas: buscar trabajo ($$$) y/o estudiar el idioma, mas como siempre hay casos diferentes, hoy les traigo la excelente Historia de Vida de una compatriota que llegó haciendo las cosas de una manera distinta a la tradicional y que luego de un par de meses por estos lares se ha adaptado muy bien.



Agradezco a María Graciela, quien nos contactó vía mail y quiso compartir con nosotros su experiencia, así que en esta oportunidad les dejo lo que ella escribió al respecto. Su Historia quizás sirva para unos y no la mayoría, como ella bien dice, pero resulta una forma muy interesante de integrarse a esta cultura, practicar y aprender el idioma y sobre todo comenzar una red de contactos.



En las granjas de Québec: otra manera de comenzar la vida como inmigrante.


Tres meses antes de venirme a vivir a Canadá, leyendo un artículo sobre cómo viajar con poco dinero, supe acerca de la organización Wwoof, cuyas siglas en inglés significan World Wide Opportunities on Organic Farm. Wwoof pone en contacto a personas que desean hacer trabajo voluntario con granjeros que practican la siembra orgánica. El convenio consiste en que el voluntario ofrece su trabajo (6 horas diarias aproximadamente por 5 días a la semana) a cambio de techo y comida durante el tiempo convenido entre las partes, que puede variar desde unos pocos días hasta varios meses. Para tener acceso a la información, se paga una suscripción en la página web http://www.wwoof.ca. Así se puede consultar la descripción de cada granja y los datos de los anfitriones, publicar el perfil propio y ver el de los otros voluntarios, los foros, los comentarios, las preguntas frecuentes, etc.


Mi experiencia con las plantas se limitaba a una sábila todoterreno que tenía en mi casa, es decir, cero. A mi favor, una excelente condición física a fuerza de hacer senderismo en el Avila, trotar y la práctica del yoga y el vegetarianismo, pero sobre todo las ganas de aprender cosas nuevas y de disfrutar el contacto con la naturaleza.


Afortunadamente tengo una buena amiga en Montreal adonde pude llegar los tres primeros días, y en cuya casa pude dejar mis dos maletas gigantes. Ella gentilmente me llevó a hacer las solicitudes del Numero de l'Assurance Sociale y el número de l'Assurance Maladie. Y me dejó en la estación de autobús, muy preocupada, diciéndome que la llamara en el caso de que quisiera salir corriendo porque una nunca sabe qué clase de locos…


Pero nada más alejado de la verdad. Estuve trabajando en tres granjas durante dos meses y fue una experiencia maravillosa.


En Caracas había vivido sola durante diez años, así que mi mayor desafío era adaptarme a vivir con extraños que, además, no hablaban español. Pero cuando la actitud es positiva y abierta y además reconoces y agradeces todo lo bueno de la gente, es difícil encontrar un motivo de queja.


Otra de las adaptaciones importantes era soportar el trabajo físico. Las manos se me encallecieron y dolieron porque se estaban fortaleciendo y la espalda sufrió una barbaridad. Las granjeras (todas mujeres por casualidad) me decían que podía parar de trabajar cuando quisiera porque era difícil seguir el mismo ritmo que ellas (esas mujeres son fuertes de verdad), pero yo soy un poco orgullosa así que trabajé generalmente más de lo que se me pedía. Hubo días en los que odié todo, hasta la florecita más linda, fue así como me di cuenta de que debía reconocer mis límites y descansar, no era broma.


También descubrí que trotar un poco antes de empezar a trabajar me daba más energía y dinamismo, así como la importancia de estirar los músculos al final de cada jornada. No lo van a creer pero lo que más me agotó fue el sol, en Québec el sol puede ser más fuerte que el de Araya al mediodía. Y las moscas. Hay unas moscas invasivas que te pueden sacar de quicio.


Aunque quizá lo que más desagradó fue que nos pedían esperar a que la poceta estuviese realmente sucia para bajar la palanca por el hecho de que las casas en el campo tienen pozo séptico. O que una de las casas adonde me quedé no era muy limpia. Entonces lo que hice fue que me dediqué a limpiar en mi tiempo libre.


Compartí el trabajo con wwoffers de varias partes del mundo, todos encantadores, interesantes y colaboradores, y con los cuales mantengo el contacto. Las anfitrionas tuvieron la paciencia de enseñarme y corregir mis errores, la gentileza de tratarme como una más de la familia, me dieron habitación privada en excelente condiciones y me alimentaron como una reina. De hecho, una de las granjeras se hizo mi amiga y gracias a ella conocí a mi novio actual, un quebequense, de hecho, fue él quien me consiguió el apartamento que comparto actualmente con otras dos personas en el Plateau.


Practiqué el inglés y el francés de acá a tiempo completo, vi cómo vive la gente, conocí el campo quebequense, hice turismo, nuevos amigos y no gasté un centavo.


Por eso me parece que para un inmigrante soltero (también se puede hacer wwoofing en pareja), sin prejuicios, que esté dispuesto a ofrecer su energía y su buen humor a cambio de un buen plato de comida y un sitio donde dormir, que esté interesado en la siembra orgánica y en aprender la cultura del país, la opción de hacer wwoofing es magnífica.


Yo, por ejemplo, a pesar de que estoy instalada en la ciudad, quiero seguir haciéndolo y así conocer otras regiones del país y más gente y más vivencias.


Suerte y hasta la vista


María G.

Abajo un par de fotos que nos envìo la autora:


3 comentarios:

  1. oye muy interesante este articulo, no es para todo el mundo, pero de verdad que es una excelente opcion para integrarse, conocer gente y practicar el idioma, a un muy bajo costo :)

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  2. excelente! pero como dice Alvaro, no es para todo el mundo....yo me quedo en la ciudad y al campo voy de paseo...pero se le reconoce su dedicación y animo!

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  3. Ciertamente Alvaro y Diana, como escribe Marìa G., es una opciòn para solteros o parejas sin hijos, ademàs de que obviamente te llame la atenciòn el campo y experimentar cosas nuevas distintas a la ciudad (siempre hay una primera vez). Lo bueno es que puedes vivir sin gastar tu dinero, conocer gente y aprender y practicar el francés local, de tal forma que es un curso vivencial excelente.
    Gracias por comentar, saludos.

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